En mis comienzos a emprender nadie entiende el hambre que sentía por crecer. Tener 19 años en una industria tan difícil como la venta directa fue la mejor escuela de negocios que el universo me pudo regalar, pero al mismo tiempo las enseñanzas más dolorosas de mi vida las aprendí ahí. Desde compañeros que se volvieron familia hasta malas inversiones de tiempo y dinero que nunca volverán. Siempre recordaré con amor esa industria que me vio crecer, me ayudo a aportar a hogares que necesitaban dinero extra para poder financiar sus necesidades básicas y convertir en empresarios a hombre y mujeres sin estudios. Mis clientes y mi fuerza de ventas eran mi mayor motivación. Para alcanzar tantas victorias en esa industria conté con grandes inspiraciones algunas con historias motivadoras y otras de personas generando $30,000 a $45,000 dólares mensuales. Yo quería aprender de ellos (recuerden el internet es accesible ahora en el 2004 era un lujo). Me impresionaba ver que todos contaban con un corazón humilde a pesar de tener tanto dinero.
Yo era estudiante y no tenia el acceso económico para lucir de esa manera; tenia una reunión que iba a explicar todo para lanzar un negocio desde el hogar y el código de vestimenta obligatorio era business. Voy a recalcar que antes el modelo de negocio no consideraba el look de Mark Zuckerberg o Sophia Amoruso como un outfit serio y ninguno de mis amigos universitarios tenían ropa de negocios para prestarme. Mi closet se dividía en ropa de ensayo y ropa de clases. Mi cuenta de banco era limitada, pagué la universidad con prórroga con una tarjeta de crédito y no me gustaba pedirle dinero a mis padres. Así que con el corazón en la mano tuve que decir no voy y marcharme del lugar. Recuerdo como si fuera ayer que le comparto a una colega mi inquietud y me dice chica porque no vas a “Marshalls”. Ahí fui con $25 y un gran sueño. Vestida con un blazer y falda crema en mi primera reunión. Todavía lo conservo como un trofeo. Ese día tomé una decisión que hoy alteró el curso de mi vida y me motivó a buscar aprender más sobre negocios no convencionales y diseñar la estructura para tener lo que tengo hoy. Tres estrategias que quiero compartirte cuando el dinero no te dá pero las ansias te sobran:
- El dinero es un resultado y no define quien eres o hasta donde llegarás.
- No te moldees a las exigencias del mundo. Todos tenemos la habilidad de moldear nuestra realidad para equiparnos y poder construir un mejor futuro.
- Trabaja TODOS los días como si no tuvieras otra opción, pero con la paciencia como si ya te lo ganaste. Esto te dará la paz mental que necesitas para enfocarte en el objetivo y no en lo largo de la jornada hasta la meta.
¡Vamo’ arriba! Dale, que yo creo en ti...
-Cynthia M. Martínez
Excelente escrito y muy cierto todo lo que dices bendiciones bella =)
ResponderEliminarGracias :)
EliminarExcelente escrito y valioso para confirmar que si es posible.
ResponderEliminarEs posible y dar la milla extra vale el esfuerzo. ¡Un megaaaaa abrazo!
EliminarQue espectacular!!! Gracias
ResponderEliminarGracias :) Espero que sea de bendición.
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